Y se apagó la luz.
Nadie supo que hora era, ni tan siquiera quien miraba compulsivamente el reloj como cada día de su vida, como si pensara que el tiempo se controla, y no, nadie es amo del tiempo, estamos a su merced. Incluso privados del sentido más hermoso, todos nos creemos capacitados para parar el tiempo.
Nadie supo que hora era, ni tan siquiera quien miraba compulsivamente el reloj como cada día de su vida, como si pensara que el tiempo se controla, y no, nadie es amo del tiempo, estamos a su merced. Incluso privados del sentido más hermoso, todos nos creemos capacitados para parar el tiempo.

La