El extraordinario caso del azucarillo recurrente.

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A veces uno no sabe cómo gestionar las rutinas. Cierto es que algunas de ellas ayudan a llevar una vida algo más ordenada, aunque al saltárselas siempre se recupera algo de control y como diría cualquier ponente hiper motivador, sales de tu zona de confort. Como si se estableciesen dos tipos de personas, los que están dentro de esa zona (sujeto pasivo) y los que están fuera (sujeto activo).
Pues bien, si un día me apetece tocarme las bolas y quedarme acurrucado en mi zona de confort, creo que seré el mismo que cuando salga. Estos estúpidos estereotipos que algunos beben en grandes dosis como si fuesen dogmas indiscutibles no hacen más que crear una sociedad segmentada. Blanco o negro, bueno o malo, éxito o fracaso.
Todos estos pensamientos vienen a mi cabeza mientras desayuno con mi mujer en el bar de siempre y vemos cómo el camarero nos trae, un día más, el azucarillo que suele llevarse intacto. Rutinas de alguien que después de varios años no ha leído entre líneas que el café lo tomamos sin azúcar. Un estudioso de los costes variables de su negocio.
Como todas las mañanas, gracias al susodicho, leo las frases de los sobres de azúcar, que en este caso son de personas anónimas. Me imagino a cientos de ávidos lectores de Paulo Coelho rebuscando frases rehechas entre sus archivos mentales, algunas tan inspiradoras como incitadoras al suicidio colectivo. ¿Alguien es capaz de soportar semejante dosis de glucosa iletrada de buena mañana?

Azucarillo didáctico

Azucarillo didáctico

Consejo que nadie pidió.
Si queréis tener una vida plena no leáis los sobres de azúcar.

 

Nacho Lurbe

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