Harina entre los dedos

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20160228_131416Harina entre los dedos se llevó Manolo, como si de un sueño se tratase, seguro que su último suspiro lo compartió estrechando una mano con su mujer y la otra con alguna masa imaginaria, evocando todas las que acarició a lo largo de su vida.

Cuando uno cree que no hay consuelo ante la pérdida de un ser querido se refugia en los momentos y lugares de la memoria, en la cotidianidad de los objetos, en los olores y sonidos de los recuerdos. Quizá por ello hoy en el horno San Bartolomé siguen sonando los pasos serenos de Manolo, siguen oliendo los aromas de sus rosquilletas, sigue impregnándose de vida esa masa madre que nace y muere en cada hornada.

Ayer, el camino al tanatorio no fluía, me llevaba. No importaba que sonase casualmente en la radio una pieza de flamenco que parezca compuesta expresamente para ese momento, ni que se desplegase ante mi un maravilloso espectáculo de nubes esponjosas en un día radiante. Tampoco ayuda a olvidar el verdadero significado de esos sitios de despedidas, allí se reaprende que la vida tiene fecha de caducidad, que estamos de paso y solo quedará lo compartido.

Mientras tanto, mi cabeza navega entre la marea de pensamientos y la idea de una despedida de alguien entrañable con quien hablé menos tiempo del que me hubiese gustado.

Buen viaje Manolo, que no te falte nunca la harina entre tus dedos.

Nacho Lurbe
UNIPROONTHEROAD

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