Relojes o pulseras, consejos para vivir mejor

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Cuando uno se acerca a cierta edad en la que está de vuelta de casi todo, aprende a relativizar el tiempo, sobre todo cuando lo que quieres es vivir mejor. Es cierto que nunca es suficiente, siempre nos gustaría estirar las horas en determinados momentos. Pero como es un ejercicio imposible en el que tienes la batalla perdida, yo decidí retirarme. Hace tiempo cogí mis relojes, los guardé en un cajón y comencé a llenar mi muñeca de pulseras.

Sergio Leal
El señor de los caminos

Empecé un verano con una que me regalaron mis dos amores y que simbolizaba ese descanso anual necesario. Durante el invierno me recordaba lo vivido y me motivaba pensando en la del próximo verano que se uniría a la anterior. Así fue durante varios años, hasta que decidí ir desprendiéndome de la más antigua cada año, imaginar si no lo hiciese así, me faltarían brazos. Una de las primeras en caer llegó a Finisterre de la mano de mi amigo Sergio Leal (el señor de los caminos), donde fue pasto de las llamas en un ritual frente al mar. Fue muy emocionante recibir su llamada un mes después de entregársela en Bilbao, donde yo acabé la primera parte de mi peregrinaje a Santiago. Le hice prometer que la llevaría consigo los restantes 700 kilómetros y así lo hizo. Un gran tipo.
A partir de entonces, todos los años me desprendo de alguna. Puede parecer banal pero para mi, quemar una pulsera es como cerrar una etapa para comenzar otra, y todo sin la tiranía del reloj.
Casi sin darme cuenta pasé de ser esclavo del tiempo a controlarlo. Me van a perdonar los que vendan relojes pero a mi ya no me sirven. Me he convertido en dueño de mi tiempo, llego a los sitios igual que antes, unas veces en hora otras tarde como cualquier hijo de vecino, pero llego tranquilo y relajado. Y eso me ayuda a ver la vida de otra manera.
Os recomiendo que lo pongáis en práctica, os hará más felices.

Nacho Lurbe
UNIPRO ON THE ROAD

1 comentario

  1. Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire.(…) Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo fragil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgandose de tu muñeca. No te regalan un reloj, tu eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
    Julio Cortazar Historias de Cronopios y de Famas

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