Cuando escuchas la palabra artesano junto a un precio de saldo, algo chirría. Son dos términos que no casan, es imposible que un producto artesano sea low cost. Aunque el artesano en cuestión quiera regalar su tiempo, que no será poco ni barato, tan solo la materia prima, que se supone ha de ser de primera calidad, hace imposible esta ecuación.
Pero analicemos detenidamente esta foto. Este cartel nos indica un intento desesperado para vender más pan sumándose a la guerra que desató el panadero de Torrent hace unos meses. Error. Entrar en una guerra de precios solo lleva a la destrucción de la calidad. Pero lo más chocante es que junto al precio reventado ponga la palabra artesano, eso es un sinsentido. Esa oferta a mi lo único que me provoca es rechazo, aunque haya gente que se lo crea y pueda caer en sus redes. Quien no ha oido a alguien decir en cualquier supermercado o gasolinera, «Que pan más bueno, y acabado de hacer» perdona, será acabado de hornear que es muy distinto.

Cómetelo dentro de una hora a ver si piensas lo mismo.
Y ¿Quien se beneficia de todo esto? Los de siempre, las grandes empresas.
El problema de todo esto: los usos y costumbres a los que nos lleva la globalización y la vida moderna. Somos cómodos por naturaleza y queremos las cosas para ayer, sin darnos cuenta que en la paciencia y el disfrute está la virtud de la vida.
Tampoco podemos pretender que haya siempre de todo en todo momento, si vas a una panadería de verdad comprobarás que tienen su producción y ya está, si llegas y no queda el pan que te gusta, una de dos, o vuelves otro día más pronto o lo encargas, que no es una cuestión de meter una barra congelada en el horno, sino que conlleva un proceso imposible de acelerar para conseguir esa diferencia que le hace especial.
Que le pregunten a un artesano de verdad lo que le cuesta poner precio a su trabajo, no es un asunto fácil, máxime si el mercado ofrece copias baratas y se implanta la cultura del precio bajo.
Lo que está claro es que hay gustos para todo y que cualquiera hemos comprado este tipo de producto alguna vez, aunque sea a sabiendas que de artesano no tiene nada.

Así que seamos pacientes con las cosas que lo merecen, mejor nos irá.

 
Nacho Lurbe
UNIPRO ON THE ROAD