Comer, beber y vivir

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Un paseo por el centro de Valencia después de una larga comida, puede ser muy enriquecedor, sobre todo cuando has disfrutado de una de esas comidas que no se olvidan. Hacía mucho tiempo que no dedicaba un rato a mi espíritu después de un festín. Esos momentos son mágicos, más aún cuando has compartido mesa y mantel con gente que disfruta cada bocado, gente que no debe favores a nadie en forma de recomendación o crítica. Gente con un bagaje gastronómico tan grande como para entender todo lo que nos estamos comiendo y bebiendo, y tan generosa como para compartir sus conocimientos con un humilde servidor. Ahora entiendo el sentido de las asociaciones gastronómicas del Pais Vasco, donde todo lo que se mastica, se saborea y se comparte es como un bálsamo para el alma.
Esa camaredería en torno a una mesa tiene su recompensa, la sonrisa. Esa sonrisa que se queda en tu rostro durante horas, aferrada a tu cara como si no hubiese un mañana. Juro que me he descubierto paseando por Valencia sonriendo, sin importarme lo que piensen los demás. Aquello que vemos como algo inusual debería ser obligado. ¿A cuanta gente véis sonriendo por la calle?, ¿A qué pensáis que están locos cuando los véis?, perdonarme pero los locos son aquellos que no sonríen, los que van caminando enfadados con el mundo.
Esa media horita de paseo para rebajar la comida adquiere otro sentido, y no es otro que el de volver a recordar plato a plato cada sabor, cada sensación, cada detalle.

¿Conocéis algún asador de carne donde terminéis la comida sin la sensación de estar a punto de reventar? Yo si. Se llama restaurante el norte en Valencia. Puedes estar 4 horas comiendo y levantarte sin pesadez.

Que maestría Don Daniel explicándote los distintos despieces de lo que vas a comer, que sabiduría por favor, él solo te ofrece lo bueno de la carne, lo malo queda en una cubeta bajo las brasas. No hay mayor orgullo para un aprendiz gastronómico que tener a todo un maestro volcado en buscar tu felicidad. Y encima cuando le expresamos nuestra admiración, nos dice que lo que ha hecho es lo normal. No, perdóneme usted Don Daniel, lo que usted hace no es normal, es de otra galaxia.
Al llegar a los vinos entra en juego Pilar, nos entrega un «libro», pensaba que era el libro de firmas o de reservas, pero no, es la carta de vinos. ¿como?, ¿qué pedimos?, oigo una voz diciendo: tienes este vino, tienes este otro, los tienes todos no puede ser. Abre la primera botella y nos dice que lo probemos, que si no nos gusta Daniel y ella harán un sacrificio por la noche y se lo beberán. Estamos ya entrando en modo «extasis», y se van sucediendo las entregas por capítulos de una novela larga, muy larga, que acaba con vinos dulces, postres y bombones.
Somos 5 comensales a los que los platos y las copas trasladan a otro territorio, el de la amistad, forjada a fuerza de placeres culinarios y traducida en sociedad gastronómica secreta.
Un placer Daniel, Pilar y compañía. Gracias por vuestro cariño.

Próxima parada quien sabe.

Nacho Lurbe
UNIPRO ON THE ROAD

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