De masterchef a masterchof

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MasterChefMasterchef, lo confieso, lo esperaba ansioso y me tragué entero el primer programa. Al principio me gustó y me entretuvo, no se si fue por la paliza que han dado promocionándolo o por que soy así de friki, pero el entretenimiento duró un rato. Cuando terminó estuve acórdandome de varios detalles y mi opinión fue volviéndose cada vez más crítica.
Pero vamos por partes:– La preselección. Después de hacer castings por toda España montan un sarao frente al palacio real para elegir a los concursantes que pasarán a la siguiente fase. Empezamos bien, seguro que mas de uno incluyó el chorizo en la receta para hacer un guiño a la actualidad.Y aquí aparece la presentadora, tan mona como sosa, ¿no había nadie mejor?; y el jurado, El padrino y Águila Roja (así han bautizado en twitter a Pepe Rodriguez y Jordi Cruz), o Elena Santonja (parecido razonable según Paco Alonso)
– La selección de los 15 concursantes. Aquí empiezan a destacar las personalidades de cada uno para que los vayamos conociendo, ahora, de verles cocinar nada de nada, no se vaya a convertir en un programa divulgativo, que estamos en prime time y eso no se puede permitir.
Ya en el plató, el jurado despliega su carga de comentarios enlatados, intentando dotarlo de tensión, emoción y arrancar algunas lágrimas para justificar lo que es este programa, un reality show. Espero por el bien de todos que se reconvierta en un programa de cocina, que el jurado pierda ese encorsetamiento y se muestren mas sueltos, o al menos que sus comentarios parezcan mas reales. Y sobre todo que se les vea disfrutar como lo harían en sus cocinas, porque parecen el enemigo. Se ve que han interiorizado lo del ejercito porque no se les ve sonreir en ningún momento, y como bien dice Mikel Iturriaga, «La profesión de cocinero es dura, sí, pero si este espectáculo no te transmite la pasión por guisar algo bueno, el disfrute de oler una cazuela o la emoción de degustar un plato sabroso, es difícil que te atrape» y con esos caretos mirando e intimidando a los concursantes dudo que aporten algo más que nervios.
– La prueba por equipos no se quedó corta, después de la promoción de las fuerzas armadas, (desconozco si algún concursante se habrá alistado en el ejercito, quien sabe), los ponen a cocinar para 150 soldados hambrientos, claro que los guionistas, muy hábiles ellos, los mandan de maniobras para que a la hora de comer lleguen con más hambre que Carpanta y dejen los platos tan limpios como una patena. Todo esto con música de peli de Stallone. Y aquí entran en juego los dos primeros jefes de equipo: el niño prodigio («si el equipo pierde no creo que sea por mi culpa», joder con el niño, parece un banquero, si gano para mi, pero si pierdo reparto pérdidas) y luego está Doña Alcachofa («no me mire que me pone nerviosa» le dice a un miembro del jurado).- Los premios:
1 100.000 euros. Pasta gansa para motivar.
2 Una beca en la escuela de cocina «le cordon bleu». Por fin algo útil.
3 Editarle un libro al ganador. Aparte de la foto del susodicho en la portada, ¿que llevará en el interior? fotos del reality, escenas de edredoning o alguna receta chisposa tipo «sorpresa de arroz salvaje».
4 El primer trofeo del programa. Para decorar el salón.

Lo seguiré para ver si la dirección del programa toma nota de lo que se comenta en las redes sociales y hacen un cambio de rumbo para darle un poco de frescura, porque sino será una de tantas oportunidades perdidas en los programas gastronómicos. Y por favor, que les pongan un uniforme y un gorro, será defecto profesional pero ver a la gente cocinando con los pelos en la cara no es plato de buen gusto.

Si no ocurre todo esto, siempre me quedará el consuelo de que no nos hayan metido algún famoso/cocinillas tipo Bárbara Rey ni una piscina con trampolín porque entonces se llamaría Masterchof.

¿Y tu que opinas?

Nacho Lurbe

UNIPRO ON THE ROAD

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