Comer en Casa Botero en Senija es una experiencia muy recomendable. Aquí no encontrarás espumas ni esferificaciones, aquí comerás como lo harías en casa de tu madre o de tu abuela. Unas paredes decoradas con todo tipo de cuadros e imágenes recogidas en los múltiples viajes de sus propietarios te acompañaran durante la comida. Los escasos espacios que quedan libres tras los cuadros están pintados en un azul tan intenso como el mediterraneo contrastando con las vigas del techo de esta antigua casa solariega, así, lejos de parecer barroca la decoración, te encuentras ante una especie de salón comedor lleno de vida, retales de una vida viajada en cada objeto.
Cuando te sientes no pidas la carta, no tienen ni falta que hace, tan solo di que quieres comer y déjales hacer. Aquí no te dan opción, comerás lo que ellos quieran, siempre recetas sencillas, un caldo de puchero con pelota, unos macarrones, carne en salsa, arroz al horno, albóndigas o lo que toque ese día, como en casa de tu madre o de tu abuela. Déjate guiar y disfruta del menu.
Y escucha. Escucha a Paco contando anécdotas de sus viajes, lo mismo te cuenta las costumbres de los alemanes que lo maravillosa que estaba Lauren Bacall cuando la vió en una representación teatral en Londres, o quizá haga enmudecer toda la sala poniendo la música a todo volumen cuando llega su parte favorita de una opera.

Llorenc y Francisco Botero
Casa Botero son Llorenc en la cocina y Francisco Botero en la sala. Antes estaban en la carretera nacional que atraviesa Gata de Gorgos, hoy en la plaza del ayuntamiento de Senija frente a la iglesia. Antes solo daban servicio de comida y cenas, ahora además sirven cafés y cervezas según si ha habido bodas, bautizos o entierros. Antes estaba en una ruidosa carretera, ahora está entre calles silenciosas, en un pequeño pueblo enemigo de las prisas. Antes era un sitio de paso, ahora de peregrinación.

Calles de Senija