El silencio de la noche solo se ve roto por personas que viven en ella. La oscuridad como coartada, el amanecer cómo una dulce transición entre la actividad y el reposo.

Hay perfiles muy distintos, incluso podríamos dividirlos en dos grupos bien diferenciados: los que la usan como entretenimiento y los que la trabajan.

Al primer grupo todos hemos pertenecido en mayor o menor medida, incluso algunos se han instalado ahí toda su vida, hasta que el tiempo y los excesos les pasan factura.

Pero el segundo son gente muy especial, deben aguantarnos al resto en su tiempo de descanso, han de conciliar unos horarios irreconciliables con los de la mayor parte de la humanidad, y aún así mantienen a sus familias con el esfuerzo diario y muchas veces hasta con una sonrisa.

Dentro de este mundo oscuro siempre aparece alguien que arroja un fogonazo que ilumina al resto, como el constructor de sueňos, llamémosle JM.

JM es harina y agua, su vida actual se basa en esos dos elementos: harina y agua. Se podría decir que es un arquitecto que construye sus sueňos con harina y agua. De la misma manera que antaňo hicieron sus padres y abuelos, incluso sus familiares políticos. La cimentación es firme, con un encofrado a base de masa madre, una materia prima que ha ido fraguando durante aňos, acariciándola cada día para que tenga una gran resistencia y fortaleza sin perder su delicadeza. Ella esconde infinidad de matices que convierte a cuanto le rodea en algo potente y sutil a la vez. Las vigas y pilares de su vida están preparados para aguantar el peso de todo lo que va construyendo.

La sólida estructura sujeta grandes torreones abiertos al mundo, desde allí puedes ver el mar, ¡ayyy, el mar!, ese mar que hoy te da la vida y maňana te la quita; también se ven las montaňas con sus cumbres blancas como la harina. Enormes huertos se divisan desde su minarete, solo tiene que estirar la mano para alcanzar un producto que le ayude a alcanzar la gloria, la humilde calabaza, con ella crea uno de sus panes estrella: el pan de calabaza. Pero no sólo crea también absorbe las virtudes de algunos alimentos dándoles el protagonismo justo, sin excesos, para que el trigo reine sobre el resto, incluso más que él, la humildad es una de sus seňas.

Pan de calabaza

Y va construyendo sueňos en forma de pan, aunque a veces alguno se convierta en pesadilla, él sigue adelante con la mirada clavada en un horizonte brillante. Las ofertas de gente sin escrúpulos que le invitan a construir edificios de papel no le nublan la vista, sabe cuanto más alto el edificio más lejos estará de su gente.

No es el primer edificio que construye, ya se embarcó en una aventura empresarial que le llevó a la ruina, con un golpe tan duro del que sólo hay dos maneras de salir: con una depresión o con trabajo. Pero cuando la humildad se convierte en fiel compaňera del que se arruina, esta ayuda a encontrar en los pequeňos detalles grandes dosis de vitalidad.

Montaňas de pan

Y crea pan, y dibuja sonrisas con sus sueňos, sin dejar de mirar desde la azotea que le protege de los invasores.

Pan de castañas

Os contaré un secreto, la fórmula para hacer un buen pan es simple pero no está al alcance de cualquiera. Los ingredientes son:

Humildad, paciencia y cariňo sin mesura.

El panadero y su castillo, el soňador sereno:

JM

Jesús Machí

Nacho Lurbe

UNIPRO ON THE ROAD