La vida a través de la ventana

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Va&ven_ventana_ontheroadNadie lo vió, ni siquiera él, que tenía la extraňa habilidad de ver con un ojo lo que ocurría en la calle mientras el otro le indicaba cuando parar la cafetera. Una mujer lloraba desconsolada porque alguien le había robado el bolso.

– Pase, pase, siéntese mientras llamo a la policía. ¿Quiere tomar algo?
– No gracias, me sentaré un momento, estoy muy nerviosa.- contestó entre sollozos.
Estaba desconcertada, al trauma que le había provocado el robo se unía la repentina simpatía que le despertaba el dueňo del bar. A ella nunca le gustó, aunque pasase todos los días por la puerta jamás había entrado. Allí siempre veía rostros marcados por el abandono y la soledad, daba igual que estuviesen acompañándose unos a otros, sus ojos delataban una profunda tristeza, eran personas que contaban las horas buscando un calor que no encontraban en sus casas. Labios mojados en alcohol parecían ansiar unos besos que nunca llegaban. Hacían de la barra confesionario, un ir y venir de miradas perdidas, pero hoy ella veía algo más, veía a una persona atenta y educada, el camarero; veía a una mujer de profundos ojos azules y cabellos dorados escondidos en el interior de una cofia de un blanco inmaculado, la cocinera, veía solidaridad, generosidad, veía personas entregadas, veía un barrio desconocido.
Una extraňa sensación recorría su cuerpo y casi sin darse cuenta, descubrió una sonrisa saliendo de su boca al escuchar la ocurrencia de un cliente. Pasó, no pudo evitarlo, encontró algo que le hacía sentir bien, sus prejuicios pasaron a segundo plano y dijo con voz firme:
– Ya me encuentro mejor, me marcho a casa. Muchas gracias por todo, han sido muy amables. Y por favor, resérveme una mesa para 8 para el sábado, vendré con mi familia.

Nacho Lurbe
UNIPRO ON THE ROAD

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