Salsa Rosa

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La salsa rosa, según parece, fue un invento maléfico de algún iluminado a principios del siglo pasado. Aunque por estos lares se fue popularizando más tarde, llegando a la decadencia a finales de dicho siglo. Aún así, no es de extraňar que todavía existan sitios donde la mantengan en carta cómo una parte intrínseca de su dote culinaria, como un legado que pasa de madres a hijos hasta que llega el díscolo (y también el más inteligente) de la familia y la elimina. Incluso hubo una película con este título a principios de los noventa.

A mi juicio, creo que fue como un revulsivo en las cocinas domésticas allá por los ochenta, dando un color a las ensaladas en un intento de pintar de rosa el gris de épocas anteriores. En mi opinión ese es uno de sus grandes logros, el convertirse sin quererlo en abanderada de un cambio de época, que me corrijan los historiadores y sociólogos pero creo que a veces algo tan simple como mezclar kepchup, mayonesa y algún toque de licor puede llegar a convertirse en símbolo de la libertad. Ahora bien, si nos ceňimos a lo gastronómico más que un símbolo se convirtió en plaga de proporciones bíblicas. ¿Quien no se ha comido en una boda o un bautizo un cóctel de gambas con tanta salsa rosa que parecía un decorado de Grease?
Contaré mi último encuentro con la salsa rosa. Fui a comer hace unos días en familia a una pizzería a la que íbamos hace muchos aňos, tenía muy buenos recuerdos del sitio, de hecho recuerdo varios platos que pedíamos siempre. Pues bien, para mi sorpresa, 20 aňos después todo seguía igual. Alguna pequeňa reforma pero en esencia todo igual: pizza calzone, escalope bolognesa y la archiconocida ensalada tropical de pollo con salsa rosa.
Una vez sentados pedimos lo mismo que aňos atrás, y llegó ella, una fuente a rebosar de lechuga en juliana, fruta troceada, pollo desmigado tan seco como el Sáhara y un volcán de salsa rosa. El relevo generacional había seguido a pies juntillas su legado, pensé.
Delante nuestro teníamos la ensalada de pollo, tal cual la recordaba, con una disposición de los elementos que sólo se consigue con aňos de práctica. Nadie en el mundo sería capaz de lanzar una cucharada de salsa de forma tan certera, formando una montaña que oculta en su interior el resto de ingredientes.Editor de Fotocollages_QmCisY
Tras un afectivo saludo, hacía muchos aňos que no nos encontrábamos (me refiero a mi mismo y a la ensalada), empezamos a pelear como habíamos hecho en el pasado confirmando algo que intuía, nada había cambiado. ¿A quien se le ocurre poner cuchillos de carne (los de tres púas) para comer lechuga en juliana? A algún maníaco sin duda.

Por si a alguien todavía le quedan ganas de hacerla en casa, se las quitaré con este enlace.


Fue divertido, una experiencia mística diría yo, hasta que decidimos probar la única innovación de la carta (ironía modo ON): el tiramisú. Lo de innovador lo atribuyo a que no tenía ninguno de los ingredientes que lleva la receta original, un trampantojo vamos, un quiero y no puedo espolvoreado con Colacao con una ración más que generosa, no por cantidad si no porque nadie es capaz de terminarse algo tan empalagoso.

Trampantojo de Tiramisú

Trampantojo de Tiramisú

Buen provecho.

Nacho Lurbe
UNIPRO ON THE ROAD

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