Técnicas de Venta según Pepín

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No hace mucho tiempo, leí acerca de un estudio que hablaba de la influencia del primer jefe en nuestra vida laboral. Decía que las personas que tenían un buen recuerdo de su primer jefe eran más felices, y habían crecido profesionalmente más que las que no guardaban un buen recuerdo.

El local donde estaba Confecciones Babiloni en la actualidad

Leyendo esto ha venido a mi mente Pepín, mi primer jefe, un vendedor de trajes al que nunca vi enfadado. Cinta métrica al cuello, manos curtidas por el tacto de los tejidos, voz grave y potente, humilde, trabajador, amable sin mesura, y con la capacidad que tienen pocos de arrancarte una sonrisa al instante. Trabajaba en Confecciones Babiloni un comercio tradicional de ropa clásica, propiedad de mi tio Fede Babiloni, donde me ofrecieron un trabajo por las mañanas durante un verano. Me pagaban 20.000 pesetas al mes, ¡mi primer sueldo! lo suficiente para comprarme una guitarra que aún conservo. Me había empeñado en comprármela y mi padre me dijo que si reunía el dinero me la podría comprar, y eso hice. Como nunca aprendí a tocarla, le diré al tío Fredo que me enseñe el rock de la paella.

La guitarra que me quitaba el sueño.

Pues bien, ahora que está tan de moda la fidelización del cliente, la empatía, el coaching, los estudios de mercado; seguimos obviando que son conceptos antiguos a los que les hemos puesto nombres nuevos (que gran frase de Emilio Duró). Pepín ya sabía todo esto y más, y además no dudaba en compartir sus conocimientos, hoy, en la era digital sería un gran coach. Él sabía como saludar a un cliente solo con verlo entrar por la puerta, a unos les tuteaba, a otros les hablaba de usted, a otros les preguntaba por la familia, pero todos recibían una sonrisa, les hacía sentir especiales y únicos. El que entraba a por una camisa se llevaba la corbata a juego, el que quería un traje salía conjuntado y contento. Adulaba al cliente sin caer en la pedantería. Era un artista de la venta, lo llevaba en la sangre.

Me enseñó a escuchar al cliente para detectar sus necesidades (creo que a eso le llaman ahora marketing, jeje), a conectar con sus emociones (¿eso no es inteligencia emocional?), a presentar los artículos en la tienda para hacerlos más atractivos (merchandising) en definitiva me enseñó a vender, no a despachar que es muy distinto. También aprendí a conectar con el cliente, a crear un vínculo que perdure, y eso solo se consigue a través de las emociones.

Guardo muy buenos recuerdos de esa época. Aquella céntrica calle de Valencia era como un pequeño pueblo en el que todos nos conocíamos, el lotero, la frutera, el camisero, el joyero, el panadero y hasta la gente que pasaba a diario camino del mercado formaba parte de ese paisaje. Los problemas eran los mismos que ahora: el gobierno de turno que nunca lo hace bien, el frío en invierno y el calor en verano, el futbol, nunca ganaba tu equipo, y sobre todo las ventas, daba lo mismo lo que vendieses, nunca era suficiente, como siempre. Pero a pesar de todo esto era como una gran familia, compartiendo gozos y tristezas, un pequeño mundo en 300 metros de calle.

Ese mismo verano también conocí a otro gran vendedor que empezó vendiendo vajillas y cristalerías para las dotes de chicas que venían de los pueblos cercanos, y que en la actualidad se dedica a equipar restaurantes. Cosas de la vida, tras muchos años sin vernos, estos últimos años hemos coincidido profesionalmente en muchos sitios. Estoy seguro que mi amigo Alfredo Manchano también aprendió de Pepín aunque trabajase en otra tienda. Se lo preguntaré.

Viendo todo esto con perspectiva me doy cuenta que ahora me siento feliz y profesionalmente satisfecho, pero con un puntito de inconformismo para seguir aprendiendo y compartiendo. Esas grandes lecciones siempre las tengo presentes, aunque a veces no las cumpla, ¡somos humanos que le vamos a hacer!; es como una semilla sembrada ese verano que poco a poco se está convirtiendo en una raiz fuerte y poderosa en mi interior.

Parte de esa felicidad se la debo a Pepín y le estaré eternamente agradecido.

Nacho Lurbe
#uniproontheroad

1 comentario

  1. creo que la virtud que tenia pepin nacio con él, podemos aprender cosas pero el carisma es uno solo y depende de tu arte.

    gracias.

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    • Muchas gracias Jordi por tus palabras, aunque creo que exageras un poco, solo soy una persona a la que le gusta contar sus experiencias gastronómicas y demás.

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