Hemos comido tanto foie que nos aburre hasta la palabra, hemos dado buena cuenta de tantas carrilleras que hasta el chino de tu barrio cree que aquí se han comido siempre, hemos reventado tantos coulants con la cuchara que ya no nos comemos el flan igual que antes.

Tantos tartares, ceviches, baos, noodles, croquetas, que pena más grande, hemos destrozado hasta la Santísima Trinidad, la croqueta.

¿Qué os hace pensar que no haremos lo mismo con la coctelería?

Ese mundo que hemos visto en las películas con sus rituales, su parafernalia, su ambiente que pocos han conseguido reproducir. Esas imágenes de la memoria colectiva las machacaremos y las haremos añicos. Aunque primero os encargaréis vosotros de ello, contratando a barmans sin formación, dando por hecho que es lo mismo servir una coca cola que hacer un Bloody Mary o dejando que el relumbrón dorado de vuestras barras se coma vuestros ingresos.

Pues si, ya han llegado. Algunos pensábamos que nada nos podía embriagar tanto de entusiasmo pseudo periodístico, que nadie lograría hacer de nosotros analistas ilustrados a los que siguen hordas de followers analfabetos en la materia, hasta que volvió el cóctel a los restaurantes.

¿Que pensábais los cocteleros? ¿Que nos íbamos a quedar quietos?

Ya estamos estudiando lo cócteles clásicos, su composición, sus dosis, la temperatura de servicio. Ya lo hicimos con las ginebras y sus putos botánicos. Os jodimos la vida con nuestros discursos sobre cómo debe ser un Gin Tonic perfecto. Os vamos a destrozar con nuestros conocimientos igual que lo hacemos con los cocineros. TripAdvisor ya está analizando gráficas de tendencias como la vuestra y nosotros, sus fieles redactores iletrados estamos listos para la acción.

«Se ha quedado corto de angostura», «con hielo pilé mejoraría este trago», «esta copa no es la adecuada para este cóctel». Vais a flipar en colores.

Mientras tanto tomaré una cerveza, con su punto justo de lúpulo y por favor, inclina el vaso a 45º cuando me la sirvas.

Nacho Lurbe

#ontheroad