Momentos Mágicos 13/08/2012

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13/08/2012

Hay quien cree que las vacaciones son para desconectar, aunque yo creo que son la excusa perfecta para estar conectado, pero no conectado con lo que haces habitualmente sino con tu interior. Por lo menos en mi caso desde que descubrí la

s bondades del Camino de Santiago ( no hablo de nada religioso, ni nada espiritual solo de una experiencia enriquecedora ), intento aprovechar las vacaciones primero para disfrutar de mi familia y algunos días levantándome al amanecer para simplemente caminar y dejarme llevar.

Ermita de Kalbaixo
Ermita de Kalbaixo

Así, hoy escribo estas líneas desde el pórtico de la ermita de Kalbaixo con unas vistas increibles del puerto de Mutriku. Unos minutos de descanso en este lugar tras una larga caminata por los montes de Deba, te pueden transportar donde tu quieras. La sombra que te protege de los rayos solares, el intenso olor a incienso que sale por las ventanas de la ermita, la simple contemplación del interior a través de las ventanas con un detalle característico en todas las iglesias de esta zona: un barco de vela suspendido del techo como homenaje a todos los pescadores, y el continuo paso de peregrinos dirigiéndose a Markina en una etapa larga y complicada, que yo ya sufrí y disfruté el año pasado.

Escribiendo en este entorno mágico parece que las palabras fluyen y los recuerdos brotan con más fuerza, no hace ni un año que pasé por aquí con mi mochila y cada paso me trae a la memoria los nombres de la gente maravillosa que conocí esos días (Chema, Sergio, Serena, Laura, Antonio, Francoise y muchos/as más) y las anécdotas vividas. Como alguien me dijo una vez, el camino de Santiago empieza donde tu quieras y nunca acaba, porque en cuanto lo inicias te atrapa para siempre. Yo lo inicié en San Sebastián, por eso siempre tendré un vínculo especial con Euskadi, allí me encontré una amabilidad fuera de lo común, pero si además vengo de vacaciones, disfruto visitando Deba, Zarautz, Getaria, Mutriku, Pasajes, San Sebastián, Orio, Zumaia, Itziar, y me encuentro con historias como la que os voy a contar, esta gente siempre tendrá un sitio en mi corazón:

Puerto y barcas de Deba

Esta mañana sin ir más lejos, he tenido una conversación con la dueña de la única panadería artesanal de Deba, y me contaba que toda su familia tenía una enfermedad congénita en los riñones que había provocado la muerte de su padre y varios hermanos antes de cumplir los 50. Sin embargo ella y su otro hermano seguían al frente del horno familiar resistiendo la oleada de pan industrial que por comodidad todos compramos alguna vez, y que se vende hasta en las gasolineras. Es un placer levantarse por las mañanas con el olor del pan recién cocido, y al entrar en el horno verles sacar cestas de pan de todos los tamaños y formatos, y ver que a pesar de la lotería que les ha tocado (así me lo dijo ella) ellos siguen empeñados en ofrecer día a día un producto tradicional y artesano.

 

Persianas de mantequilla y mermelada

Además, entre sus especialidades yo me quedo con los bollos, que rellenan con una mantequilla amasada lentamente con almibar y algún ingrediente más que no quiere contarme, dejándola con una textura tan cremosa que se te saltan las lágrimas, o los hojaldres (ver foto) rellenos de la misma mantequilla y recubiertos de mermelada (a esta delicia le llaman persianas).

 

 

 

Me estaré haciendo mayor porque cada vez me gustan más las historias cotidianas de gente como ella, luchadores incansables que hacen la vida más «dulce» a los demás. Por eso esta entrada se la dedico a la gente como ella. Por un mundo más dulce.

Nacho Lurbe

#uniproontheroad

 

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