26/06/2012

Hace unas semanas todos nos sorprendimos con el cierre del histórico Ca Sento. Aunque he oido comentarios de todo tipo, algunos sin sentido, yo tengo mi propia opinión que me reservo. Para mí fue una noticia impactante, os contaré por qué.

Todavía recuerdo la primera vez que ví a Sento (padre), fue un día que vino a mi primera tienda de uniformes a comprarle delantales a Raúl (se iba de «stage» al extranjero ), venía cargado de bolsas del mercado central y con miles de anécdotas que contar, con ese humor tan característico suyo. Así, al poco tiempo ya era cliente habitual, y un día, como se llevaba los delantales por docenas y no teníamos suficientes, le dije: «no te preocupes, dame la dirección del restaurante y yo te los llevo». Días después, al recibir los delantales fuí a llevárselos. Y allí estaban Mari y su hijo Raúl, rodeados de grandes ollas y un olor a guiso marinero que nunca olvidaré. Era como un festival al que hubiesen invitado a lo mejorcito de los fondos marinos, y ellos eran los directores de orquesta. Además, desde la cocina se oía música a todo trapo que Sento se encargaba de seleccionar, y que sólo silenciaba cuando tenía que atender al teléfono. De repente me pareció estar entre bambalinas en un teatro, todos los actores estaban en sus puestos a punto de empezar la función. Y todo esto lo estaba viviendo en primera fila, alucinante.

Creo que fue en ese preciso instante cuando supe a qué me quería dedicar, a algo que me permitiera entrar en las cocinas de los restaurantes, a ver la hostelería desde fuera (desde dentro conocí un poco, siendo muy joven trabajando de camarero, pero esa es otra historia), podría conocer a los cocineros, esos seres extraños que trabajan cuando el resto estamos de fiesta, y que son capaces de crear sensaciones y emocionarnos con su arte. Tenía mi objetivo, tenía un trabajo que me podría permitir conseguirlo (mi padre me inició en el oficio de COMERCIANTE (me encanta esta palabra)), tenía la excusa (yo te lo llevo), que más puedo pedir, de hecho aquí sigo con la misma ilusión que aquel día.

Nacho Lurbe

UNIPRO ON THE ROAD