– Camarero, 3 riojas y 2 zuritos.
La recomendación de alguien ententido en la materia no era suficiente para entregarse a la ligera en el exigente mundo del pintxo. Antes había que hacer un repaso visual de la barra. El colorido, la simetría, los platos dispuestos en varias alturas para aprovechar al máximo la superficie, ya daban una idea de donde se habían metido.
El camarero sabía que todo les llamaría la atención, no es facil encontrar un bar con personalidad entre tantos garitos con decoraciones anodinas, les dejaba observar a sabiendas que el ritmo lo pondría él.
– Por favor, cuéntenos de qué son estos pintxos.
-Allá vamos, por aquí tenemos la ensaladilla de marisco con un poco de cangrejo desmenuzado, este es de huevo, mayonesa y tomate seco, las anchoas que me trae mi primo con huevo hilado, tenemos también tortilla casera que acaba de salir y por allí el codillo que servimos con unas patatitas fritas acompaňadas de salsa tártara. Luego tenemos los pintxos calientes que tenéis en esta carta.
Ni una arruga asomaba en su camisa mientras cantaba todo lo que había en la barra, el chaleco a rayas ceňido y un gran nudo de corbata perfectamente ejecutado y conjuntado le daban un aire de gentleman amable y servicial, y además sus manos curtidas, ágiles a pesar de ser enormes, daban muestras de una gran profesionalidad.
-Yo quiero uno de anchoa y otro de ensaladilla de marisco.
-Yo lo mismo.
– A mi me pondrá un tiburón, lo he leído aquí y tengo curiosidad.
-Uno de anchoa y uno ensaladilla.
– Yo quiero uno de ensaladilla y uno de codillo.
-A ver, hagamos un repaso– dijo el camarero mientras anotaba la comanda en una pequeňa libreta- el de codillo tardará un poquito, os pongo el resto.
Los cinco amigos comían, bebían y hablaban mientras hacían un repaso al resto del local. Una clásica barra de madera y las botellas dispuestas en estanterías con fondo de espejo, fotografías de una vida alrededor de la barra y de fondo música ochentera.
– Aquí está el tiburón, este pintxo lo ideó un cliente y con él ganamos un premio. Mirar que ejemplar tengo aquí.– dijo mientras les mostraba una fotografía con un tiburón en brazos.
Tras probar el tiburón, el grupo se quedó sin bebida.
– ¿Que hacemos? ¿Vamos a otro sitio a tomar otra?
– Lo olvidaba, aquí os dejo para que probéis las últimas piparras que quedan, las hacemos a la plancha.– dijo el barman con sutileza.
– Tendremos que beber algo más, y ya puestos nos quedamos aquí ¿no? – pensó en voz alta uno de los amigos.
– Pues que así sea.
– Venga, pues otra ronda y cada uno que vaya eligiendo pintxos.
Y siguieron charlando, bebiendo, comiendo y riendo cómo si no hubiese un maňana hasta que con un ligero paseo por la barra diminuta vieron pasar un plato de erizos al txakolí. Tremenda visión para este grupo, el nivel de excitación gastronómica iba subiendo por momentos, entregados a los placeres de pequeňas creaciones y en manos de ese ser humano capaz de venderte todo.

Erizo de mar al Txakolí.
Bar Garbola

– ¿De donde habrá salido este camarero? – pensaban los 5 amigos.
-¿Qué falta por aquí? – preguntó Goyo, así se llama el maestro de barman.
– Un cortado.
– Café solo.
– Que sean dos.
Sin quitar ojo al resto de comensales, Goyo anotó en su libreta los cafés al tiempo que bajaba la iluminación ambiental y sustituía las bandejas de pintxos por la parafernalia del gintonic.
Y entre cócteles y combinados los cinco repararon en que habían conocido a uno de los mejores camareros de su vida.
– Un cliente contento es el mejor premio para un camarero – se despidió Goyo de los cinco estrechando manos.

Hasta el secamanos
es ochentero.

Nacho Lurbe
UNIPROONTHEROAD

CRÉDITOS

LOS CINCO PROTAGONISTAS:
Nacho UNIPRO
Jesús Machí HORNO SAN BARTOLOMÉ
Iňaki QUESERÍA DE MI VIDA
Jorge GERMINARTE
Rubén Giner CAMPO ANIBAL

EL BAR CON MAYÚSCULAS:
GARBOLA BAR
Paseo Colón 11
Barrio de Gros
20002 Donostia
943285019